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jueves, 29 de marzo de 2012

Try to scape.





No hubo tanto que discutir, solamente nos quedamos huérfanos de clavos ardiendo

y sin tener a lo que aferrarnos nos dejamos caer.


creyendo que nosotros mismos sabríamos salir por nuestra propia cuenta del precipicio.
Nos dejamos caer confiando demasiado quizá en nuestras alas.
Y está claro que algo no salió bien.

Inventamos el mercado, la economía, la democracia y las listas del paro.
No contentos con tanto inventamos la comunicación, los simulacros y la pornografía.
Hasta los secretos nos inventamos. y las mentiras.
Sobre todo las mentiras.
Echa un vistazo al patio si no me crees. Es una cuestión de fe no hacerlo.

Pero hemos convertido el destino en una resignación,

la miseria en rutina
y hemos reducido el fuego al calor de su potencia 

hasta meterlo en un caja de cerillas
y ponerle una señal de aviso.

De advertencia.
Aquí nadie se acuerda de los sueños...
y mejor,
porque tienen que dar un miedo de la ostia.

Como niños riéndose por la noche en las alcantarillas mientras chocan sus globos contra las rejas de los desagües. y explotan. Los globos, digo.

Hay una capa de odio que nos hemos puesto como lentillas en los ojos.
Un disfraz caducado tan podrido que apesta como nuestras desilusiones.
Hemos cifrado la necesidad en números,el valor en porcentajes, y hemos puesto en oferta la falta de interés.

¿Y para qué negarlo? Estamos perdidos.
No tenemos ni puta idea de hacia dónde vamos.
Nos rascamos la cabeza desorientados y encogiéndonos de hombros.
Tenemos muchos cómos y ningún por qué.
Nuestro único objetivo se reduce al final; a conseguir la pasta con la que comprar una felicidad que ya de por sí es un sucedáneo.

Sin una filosofía a la que aferrarnos, sin nada, sin absolutamente nada por lo que poder jugarnos la vida.
Nuestra única vida, nuestra desdichada, pretenciosa y sobre todo irrepetible vida
ahora que no nos queda ni dios y hasta los viejos se mueren en silencio...
No tenemos por lo qué luchar.
Nos da igual la mierda mientras no nos salpique.
Así que hacemos grandes letrinas en donde cagarnos y las llamamos países, no sea que se piensen que pensamos.

Reconozcámoslo: no tenemos ninguna respuesta.



Claudia.






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